Sí, hemos empezado el año con fuerzas renovadas, cargados de propósitos en nuestra cabeza que suelen quedar muy bien allí, pero que, a la hora de la verdad, no acaban de materializarse y que lo único que consiguen es frustrarnos mucho más de lo que estábamos al final del año pasado.
Según la OMS, el estrés es una patología que afecta ya al 12% de la población mundial. El dato es alarmante y cada vez se identifica más como la enfermedad del siglo XXI. Los propósitos con los que comenzaba este post suelen tener que ver con el intento continuado de conseguir que nuestra vida sea mejor, más saludable y nos ayuden a sentirnos mejor y a combatir a ese enemigo invisible que tanto afecta de forma psicológica y física.
Hace un tiempo tuve un jefe que me dio un consejo que a priori consideré inútil, pero que a la larga me ha resultado básico. No olvides hacer cada día, al llegar a casa, algo que te guste. Aunque sea comer una onza de chocolate. Hazlo y dedica cinco minutos para ti. Cinco minutos que te gusten y que te hagan sentir bien, me dijo.
Esos cinco minutos, esas pequeñas cosas al final del día, deberíamos convertirlas en hábitos que incorporemos a nuestro día a día y que nos saquen por un momento de la vorágine. Aparte del chocolate, aquí se engloba de todo: desde salir a caminar hasta a hablar con alguien con quien nos sintamos bien o leer diez páginas de nuestro libro favorito.
El tiempo juega a nuestra contra, en eso estamos todos de acuerdo. Pero si nos obligamos a incorporar estos pequeños grandes hábitos, al igual que otros que sean saludables en nuestra rutina, nuestro estado de ánimo, humor y estado físico pueden experimentar ciertas mejores notables.
La clave puede estar en ser cautos con los objetivos o metas que nos fijemos. Si llevamos tres años apuntados al gimnasio y hemos ido tres veces, lo mejor es que cambiemos de estrategia. ¿Por qué no probar a subir las escaleras del trabajo en lugar de usar el ascensor? O prescindir del coche y sustituirlo por pequeñas caminatas siempre que podamos.
El tiempo que destinamos para comer es muy valioso también para poder desconectar durante un rato y hablar con los compañeros de temas que no tengan que ver con el trabajo. Intentemos tener conversaciones que nos saquen de los temas centrales del día y tomemos aire renovado para volver con las pilas cargadas por la tarde.
No sé las veces que habré (y habréis) leído la necesidad de beber dos litros de agua al día. No voy a incidir demasiado porque somos bastante conscientes de la importancia de este hábito. Las dietas a principios de año son otro clásico. ¿Por qué no empezar, por ejemplo, sustituyendo el picoteo entre horas por el consumo de fruta?
Cada perfil es un mundo y siempre existirán roles o situaciones que lo impidan, pero la música es un elemento que puede ayudar a destensar y a relajar y calmar el ánimo. Probad, si no lo hacéis ya, a empezar el día con música. Es una buena manera de buscar la energía y la motivación para los proyectos del día.
Desde Teleperformance promovemos los buenos hábitos en el trabajo y en la vida de nuestros compañeros. Cuantas más iniciativas de motivación apoyemos y llevemos a cabo, estaremos contribuyendo a que sus horas dentro y fuera de nuestra compañía sean más agradables y felices.
Dejar un comentario